domingo, 21 de agosto de 2016

¡Nueva entrada en mi blog personal! + Me tomo un respiro

¡Hola Enders!

Solo me pasaba muy rápido a decirles dos cosas:

La primera, es que hay una nueva entrada en mi blog personal: Las Aventuras de un Niño Perdido. 
Lo que pasa es que creo que (al menos a mí) Blogger no avisa cuando hay una nueva entrada, y no aparece en el escritorio, así que les avisaré por aquí  cada vez que publique.
El link a la entrada es el siguiente:

http://aventurasdeunninoperdido.blogspot.mx/2016/08/antes-de-entrar-la-escuela.html

Y, como menciono en esa entrada, me voy a tomar un respiro de dos fanfics. 
Con este "respiro" me refiero a Pretty Little Princesses y Neverland, pues ahora voy a estar ocupado, y quiero terminar bien El Fin de Disney.
Pero, no se preocupen, en Noviembre regresarán ambos Fan Fics con todo, y ya con mis energías renovadas.
¡Disculpen las molestias!



¡Eso es todo amigos!

- Happy Hero

jueves, 18 de agosto de 2016

¡The Wicked Bitch ya tiene Twitter!

¡Hola culpables!
Solo me pasaba de volada para decirles que ya pueden seguir a The Wicked Bitch en Twitter, donde encontrarán sus retorcidos consejos de moda, sus gustos y bastantes locuras de ella.
También, habrá pistas y detalles sobre lo que pasara en la serie.
¡No se olviden de seguirla, pueden encontrarla como @TheWickedBitchK.


jueves, 11 de agosto de 2016

Capítulo 52: Luz y Oscuridad

                                 Capítulo 52
                             Luz y Oscuridad



NARRADOR OMNISICIENTE
-         Yo… no lo entiendo- susurra Peter Parker lentamente, mientras mira a su novia.
Aunque querían marcharse, Los Vengadores y los X-Men tuvieron que quedarse, pues Gwen se encontraba demasiado aturdida para irse.
Gwen lo mira con impotencia.
-         Las arañas… yo, creo que me hicieron algo, Peter.
-         ¿Algo?
Ella rueda los ojos.
-         Creo que me dieron poderes.
Peter abre los ojos como platos.
-         ¿Quieres decir… poderes como los míos?
Asiente, un poco asustada.
-         Puedo… ¿verlos?
Gwen suspira y asiente.
De repente, ya está trepando las paredes.
Peter se queda boquiabierto.
-         Esto… es…
-         Muy malo, lo sé.
-         ¡Fabuloso!
Ella le mira confundida.
-         ¿Qué? ¿Fabuloso? ¿En qué mundo…?
-         ¡Así podrás defenderte, Gwen! ¡Ya era hora de que tuvieras algún modo de defensa!
Gwen se mira las manos.
-         Yo… supongo que sí.
Peter le da un beso rápido.
-         Ahora, creo que tengo que entrenarte.
***
NARRA LUKE
Todos entramos al portal.
Intento entrar sin hacer ruido, pero es un poco imposible con mi armadura.
Arleen me lanza una mirada asesina, y yo me encojo de hombros.
Rachel y Alexis se detienen de repente.
Walt está rodeado de Thanos, Zafiro, Maléfica y varios villanos más.
Las sombras están a su alrededor, y a él lo están torturando.
Entonces, es cuando soy consciente de que esto será más arriesgado de lo que parece.
-         Alexis- susurro- Tal vez es hora de uno de tus trucos.
Me mira divertido y sonríe.
Abre sus brazos y lanza un grito. Todas las sombras se acercan a nosotros.
Rachel ahoga un grito, y Arleen da un paso hacia atrás.
Las sombras ya vienen y temo lo peor…
Pero no sucede.
Porque ahora están protegiéndonos a nosotros. Walt nos mira sonriendo, y Thanos voltea de repente.
Suelta un grito de furia y luego ríe.
-         Niños estúpidos- se burla- Nunca podrán rescatarlo. ¿Acaso no lo ven? ¡Esto es el fin de todo lo que conocen, y ustedes no pueden hacer nada para detenerme!
Y, para mi sorpresa, doy un paso al frente.
Sé que me conoce. Yo lo traje aquí.
Le sonrío.
-         Pues, si este es el fin, entonces nosotros seremos los héroes de este apocalipsis.
***
NARRA MÉRIDA
Ni siquiera veo si alguien entra conmigo, pero al oír pasos detrás, sé que fue así.
Miro a mi alrededor. Está bastante mojado, pero todo es hermoso, parece tan… puro.
Y, en el centro de todo, está una mesa de piedra, que tiene el guantelete y las seis gemas.
Contemplándolas se encuentra Jim.
Al verlo, las piernas me fallan y caigo al suelo.
Él voltea, y veo que sus ojos son azules de nuevo.
Pero… no pude ser…
Está llorando, y sonríe al verme.
-         ¿Mérida?
Asiento, y entonces retomo las fuerzas.
Las piernas ya no me fallan. Jim… mi Jim está vivo.
Corro hacia él, pero siento que una mano me detiene.
Hippo me mira preocupado. Detrás de él veo a Rapunzel, Jack y a todos los demás. Me sorprende ver que incluso Hermione, Harry y los demás magos vienen con ellos.
-         Mer… no estoy seguro de que…
-         Hippo, es Jim- digo desesperada.
Creo que puede leer la desesperación en mi rostro, porque me suelta.
Y yo corro a Jim, que me abraza con fuerza.
-         Pero… ¿cómo es posible?
-         Shh… eso no importa ahora- susurra en mi oído.
Lloro, y entonces siento el empujón. Jim me tiró al suelo. Elsa suelta un grito.
-         Eres tan idiota, Mérida. Me cuesta creer que alguna vez pude amarte.
Sus ojos son negros de nuevo y suelta una risa diabólica.
No. No puede ser… pensé que…
-         ¿Vas a matarme?
-         Oh no. Primero quiero jugar contigo, y después, terminaré contigo, y con toda la humanidad.
Mira al guantelete y sonríe.
-         Será mejor que comience el juego.
***
NARRA WANDA
Tlaw entra corriendo a mi oficina.
Lo miro con una ceja alzada.
-         ¿Ocurre algo?
-         Tenemos… visitas.
El tono en el que dice visitas me desconcierta un poco.
Y en seguida veo el por qué.
Elphaba entra por la puerta, y me pongo de pie, a la defensiva.
-         Tranquila… no vengo a atacar.
-         No vienes… ¿cómo es eso posible?
-         Vengo a pedirte que aceptes que me una a ti.
***
NARRA ARLEEN
Miro a los villanos, e intento no aterrarme.
No son demasiados, pero sí más que nosotros.
Y seguramente mucho más poderosos.
Pero, tengo que ser optimista, tengo que ser…
Escucho el grito de dolor que suelta Walt al ser torturado y se me parte el corazón.
Al diablo con el optimismo… ¡tengo que salvar a Walt!
Luke es el primero en atacar, lanzando un rayo a Thanos.
Pero este no parece ni inmutarse, pues lanza una carcajada.
Yo tomo mi arco y lanzo flechas a Chernabog, pero Thanos las desvía.
Las sombras se dirigen a los villanos, pero no parecen lastimarlos, y ni siquiera Rachel logra algo con sus hechizos.
-         Es… imposible- susurra Rachel- Thanos es muy poderoso.
¿Imposible?
Pienso en todo lo imposible que he visto últimamente.
Mi tía perdida es una bruja y asesinó a mi madre.
Existe la magia.
Los dragones.
Las sirenas.
Y piedras mágicas que te dan el control de todo.
Así que no, no hay nada imposible.
Y siento ese extraño impulso.
-         Luke- susurro- Toma mi mano.
Él me mira y parece comprender.
Toma mi mano, y luego la de Rachel.
Rachel mira la mano de Luke y luego algo parece dar vueltas en su cerebro.
Toma la mano de Alexis.
En cuanto él lo comprende, todo estalla.
Los villanos salen volando, y las cadenas de Walt se rompen.
Lo tomo en brazos.
Está temblando, y parece muy flaco.
-         Todo está bien- susurro- Tranquilo.
Asiente.
Alexis abre el portal, y ante las miradas incrédulas de los villanos, desaparecemos.
***
NARRA MÉRIDA
Antes de que pueda contestarle, Jim patea mi mandíbula con fuerza, y yo suelto un grito de dolor.
Hippo se acerca corriendo, pero Jim alza una mano y crea un domo de cristal alrededor nuestro.
Rapunzel lo golpea desesperada, pero no puede hacer nada.
Y yo tampoco.
Jim debe seguir ahí dentro, en algún sitio…
-         Jim, por favor- susurro- Debes reaccionar… todo va a estar bien…
Ahora me da un puñetazo en el estómago, y yo suelto un grito, desesperada.
-         Por… favor…
Me da una bofetada, y luego patea mi abdomen.
Intento arrastrarme por el suelo para escapar del dolor, pero me jala de los rizos y me atrae a él de nuevo.
Acerca su boca a mi rostro y siento su aliento contra mi rostro, y aunque he estado muchas veces con Jim así, nunca de esta manera.
Para mi sorpresa, muerde mi mejilla y luego me patea lejos de él.
Ríe de nuevo, una risa cruel, macabra… que nunca asociaría con Jim…
Saca una espada y corta mi pierna.
-         Serás la primera en el exterminio- grita y alza la espada.
Ese no es mi Jim… ¿por qué lo hace?
-         Por… favor… ¿por qué… haces… esto? ¿Por qué… las… gemas?
Inhala y suelta un grito de desesperación.
-         ¡Acabo de decírtelo! ¡Voy a exterminar a la humanidad con ellas!
Entonces, es cuando no me queda ya ninguna duda.
Me quitaron a Jim.
Y, no dejaré que esta… criatura me mate. Ni, aunque luzca como Jim.
Me pongo de pie, para terminar con él, con la furia ardiendo dentro de mí.
Y, sin poder evitarlo, comienzo a arder.
Pero no en llamas.
Si no en luz.
De color dorado.
NARRA HIPPO
Ya he visto a Mérida hacerlo antes, pero nunca así.
Se eleva en los aires, y ante la mirada de un Jim confundido, todo a su alrededor brilla de color dorado, su cabello, su rostro…
Grita tan fuerte que incluso la escucho detrás del domo.
-         ¡Soy el fénix!
Y lanza un rayo de color dorado a Jim, que cae al suelo inmediatamente.
Ella… acaba de… ¿matarlo?


CONTINUARÁ… 

domingo, 7 de agosto de 2016

Neverland: Capítulo tres


Mary Darling estuvo a punto de desmayarse.
Primero, al oír al chico frente a ella decir que era Peter Pan.
Luego, al ver a un… ¿hada? ¡Ay dios mío! ¡UN HADA! En el hombro de este…
Y, para terminar, al darse cuenta de que todo lo que había dicho su hija era real, y que la había creído loca sin que lo estuviera. 
Las rodillas le fallaron y se tuvo que sentar en la cama para no caer.
Esperó, que Faora hiciera lo mismo, pero se sorprendió al ver una sonrisita ilusionada en su cara.
-       ¿Eres Peter Pan?
El chico asintió, algo confundido.
-       ¡Oh! ¡Yo sabía que eras real!
Ella estaba igual de sorprendida que su abuela, pero una sorpresa buena. Estaba a punto de ponerse a dar saltitos y proclamar a grito pelado que Peter Pan la había visitado.
Pero, ellas dos no eran ni de lejos las más sorprendidas.
Peter Pan no podía creer lo que veía.
Wendy había tenido una hija. Probablemente se había enamorado, e incluso había desposado a un hombre… que no era él.
Su corazón se partió en pedacitos.
Y, cada vez que miraba a Faora, la veía a ella.
A su Wendy.
A veces, incluso se le olvidaba que aquella no era Wendy, y hasta que no veía sus ojos azules, su corazón no dejaba de latir.
De repente, Peter sintió un egoísta deseo de tomar a la chica en brazos y pintar sus ojos de azul.
Y, sintió mucha envidia por Mary Darling, quien podía ver el rostro de Faora todos los días y de esa manera ver a su hija.
Pero no venía aquí para sentir celos. Venía por otra razón.
-       Sí. Soy yo. Y necesito que vengas conmigo.
-       ¿A dónde? - preguntó Faora, pero era obvio que ya sabía la respuesta.
-       A Neverland- susurró el chico.
Mary Darling hizo un ruidito de nervios.
-       ¿A Neverland? ¡Claro que iré! - celebró Faora, parecía que estaba a punto de quitarse el camisón y tirarlo como confeti.
-       Claro que no- dijo Mary, con firmeza. – Ella no irá a ningún lado.
Faora hizo una mueca de tristeza y comenzó a protestar.
Peter no sabía qué hacer.
-       Habla con ella- susurró una vocecita en su oído, que todos los demás oían como cascabeles, pero él, misteriosamente, podía entender. - Sabes que puedes convencerla.
-       Yo… Camp, no sé cómo… y si… ¿si no funciona?
-       Vamos a llevar a esa niña a Neverland, es nuestra única salvación. Y si no resulta esto, no me importará si su abuela está de acuerdo. Así que intentemos hacerlo a las buenas o me verás enojada.
Respiró hondo.
-       Sra. Darling… ¿puedo hablar con usted un momento? ¿A solas?
Ella miró a Faora y luego a Peter, y asintió un poco dudosa.
Faora miró a Peter y le sonrió. El corazón de él dio un brinco, antes de recordar que aquella era la hija de Wendy, no Wendy.
Entró a una habitación vacía con Mary, quien lo miraba preocupada.
-       Por favor, tiene que dejar que Faora venga a Neverland.
Ella negó lentamente la cabeza.
-       ¿Te enteraste, Peter Pan? ¿Supiste que Wendy está muerta?- lo dijo de una manera brusca, y dolida.
Peter sintió un nudo en la garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas.
-       Pero… John, Michael… dijeron… desapareció- fue lo único que logró articular.
-       Oh, sí, eso es lo que dicen. No han encontrado su cuerpo. Pero lleva trece años desaparecida… ¿crees que va a aparecer de repente?
-       Podría ser- murmuró él, que no entendía lo que era un año.
-       ¡Podría ser! ¡Ja! ¡Claro que sí! - rio ella amargamente.
Peter parpadeó para no llorar.
-       Yo… necesito a Faora.
-       ¿Por qué?
-       Porque es mi única esperanza. Neverland está sumido en la desesperación, y ella es la única que puede devolverle la alegría.
-       Pero… solo es una niña… ¿cómo es que ella puede salvar Neverland?
Era claro que la Sra. Darling seguía sin creer en la existencia de Neverland, o incluso del mismo sujeto con quien hablaba, y de vez en cuando lanzaba una mirada nerviosa a Campanita.
Peter suspiró y le contó sobre la profecía de las sirenas y la magia en Faora.
-       Yo… no… no lo sé… ni siquiera sé si creo en ti- susurró, y le dolió a Peter- O en Neverland… Y Faora es solo una niña…
-       Sra. Darling, piense en Wendy- susurró él.
Ella pareció ligeramente sorprendida.
-       E… ¿En Wendy? ¿Po…por qué?
-       Wendy amaba Neverland, y se lo puedo decir. Sin ofender, pero amaba tanto Neverland que estuvo a punto de abandonarlos a ustedes… y si ella supiera que Neverland está en peligro, bueno, haría todo lo posible para salvarla.
Mary suspiró, y cerró los ojos. Dos gruesas lágrimas cayeron de sus mejillas mientras ella se apretaba con fuerza el rubio cabello.
-       Sólo… ya perdí a una hija. No quiero perder a otra.
Peter notó que había llamado a Faora su hija.
Y probablemente así la consideraba.  
De repente, se sintió muy incómodo.
Y extremadamente desesperado.
-       Yo… si usted pudiera ver Neverland, le prometo que entendería y…
Entonces, la mujer abrió los ojos, y una idea pareció cruzar su mente.
-       Pero… tal vez sí pueda ir. Y cuidar de Faora.
Definitivamente no esperaba esa respuesta, porque Peter abrió la boca, sorprendido.
-       Yo… pues… su…supongo que sí… sí… podría venir.
Mary asintió. Parecía estar haciendo un gran sacrificio.
***
Faora estaba pegada a la puerta.
Todo le parecía como un sueño… un sueño tan hermoso.
Y ahora la abuela vendría con ellas…
El único problema, eran John y Michael… ¿a dónde se habían metido?
No podían dejarlos atrás…
Fue directamente a la habitación de sus tíos, debía de haber alguna nota o algo parecido…
Y, entonces, vio algo bastante peculiar.
Había un sombrero de pirata tirado en medio de las dos camas, su corazón dio un vuelco.
¿Qué era eso?
¡Seguro tenía alguna relación con El Capitán Garfio, que era muy mencionado en el diario de su madre!
Levantó el sombrero, temblando…
Peter y Mary salieron de la habitación a la que habían entrado.
-       Faora…
-       Se llevaron a John y a Michael- dijo antes de que su abuela continuara.
Ella palideció.
-       ¡¿Qué?!
Alzó lentamente el sombrero.
Mary no pareció comprender, pero Peter abrió los ojos como platos.
-       Garfio- susurró él, mordiéndose los labios- Yo… ¡tenemos que apurarnos!
Faora asintió.
Pero… ¿cómo llegarían ahí? ¿En tren?
Había leído algo en el diario de Wendy, pero ya no recordaba bien… ¿Se colgarían de Campanita?
-       Bien, es hora de que piensen en algo feliz, en algo que los llene y los haga querer volar de alegría.
Faora alzó una ceja.
¿Momentos felices?
Bueno, sí que había bastantes, pero el más feliz…
¡Oh! Aquella vez en que la abuela, John y Michael le enseñaron un álbum repleto de escritos, recortes y fotografías de su madre.
Se había sentido tan feliz, tan tranquila… en paz.
Cerró los ojos, recordando el momento con una sonrisa.
Mientras ella lo hacía, Peter, sin que ella lo notara, le echó polvillo de hadas en la cabeza, y la niña comenzó a flotar.
Faora abrió los ojos de golpe y soltó una carcajada, luego vio a su abuela, que, también volaba, y se miraba admirada.
La niña dio una pirueta y comenzó a hacer toda clase de trucos en el aire, Peter soltó una carcajada, y parecía que Campanita también estaba muy feliz.
-       Ahora- dijo Peter, sonriendo- Saldremos por la ventana, y nos dirigiremos a la segunda estrella a la derecha.
Siguieron sus indicaciones.
En cuanto Faora salió de la habitación, y sintió el aire correr a su lado, soltó una risa tonta. Se sentía libre, feliz y más suelta que nunca.
Peter le sonrió, su sonrisa era torcida y se inclinaba hacia un lado.
Más atrás, Mary observaba maravillada los edificios, y abrió la boca de manera considerable al ver el Big Ben frente a ella.
Peter le tomó la mano y la llevó hacia el gigante reloj.
Campanita frunció el ceño al ver como el chico tomaba la mano de Faora, pero a esta no le pareció un gesto romántico.
Es más, Peter la trataba y miraba como lo hacían John y Michael, con un amor paternal y ganas de protegerla…
¿Qué habría pasado entre él y su madre para que Peter la mirara así?
Peter se puso de pie en una de las manecillas del gigantesco reloj, con Campanita en el hombro, y aun tomando la mano de la niña, la invitó con un gesto de cabeza a que lo hiciera también.
Se colocó junto a él, y la abuela aterrizó al lado de Faora.
La abrazó, maravillada.
Los cuatro observaron maravillados Londres, desde esa altura, y los ojos de Mary se llenaron de lágrimas.
Faora se sentía en un sueño, en un cuento…
-       Será mejor que nos vayamos antes de que se muevan las manecillas- susurró Peter- no quiero morir cayendo desde el Big Ben.
-       Cómo…- Mary se veía intrigada- ¿Cómo sabes el nombre de este reloj?
-       Wendy- contestó él encogiéndose de hombros.
Faora sonrió, y bajó del reloj, continuando el vuelo.
***
Pasó un rato antes de alcanzar la Segunda Estrella, pero cuando llegaron, Faora vio que había una especie de líquido azul dentro de ella, que parecía querer absorberlos.
-       Tenemos que entrar- susurró Peter.
-       ¿Nos llevará a Neverland? - Faora lo miró emocionada.
Peter asintió y le dio la mano a la Sra. Darling, quien, con una sonrisa, se introdujo en aquel líquido azul y desapareció.
-       Tu turno, Faora.
Ella se sobresaltó al oír a Peter llamarla por su nombre, pero olvidó la sorpresa al sentir los nervios de al fin entrar a Neverland.
Lentamente, tomada de Peter, metió su cuerpo, y se dio cuenta de que el líquido azul era en realidad una especie de gelatina bastante fría y babosa, Faora se estremeció y cerró los ojos.
-       Si yo fuera tú, los dejaría abiertos – le murmuró Peter antes de soltarla.
Y, abrió los ojos.
Lo primero que sintió fue un inmenso vértigo, y deseó poder tomar la mano de Peter de nuevo. Sentía como caía rápidamente, sin poder hacer nada para detenerse.
Y, entonces, lo olvidó.
El viscoso liquido azul comenzó a cambiar de color, mostrando brillantes y nuevos tonos que ella nunca había visto.
Abrió la boca, sorprendida. Escuchó risas y grito, llantos y memorias, y pudo haber jurado escuchar la voz de su madre.
Sonrió mientras veía miles de colores y momentos pasar ante sus ojos en un instante, y se olvidó de la caída, de John y Michael, de su madre, e incluso de Peter y Neverland, y disfrutó de cada color y ruido.
Hasta que, dejó de verlos y volvió a sentir el viento y el frío, y se dio cuenta de que estaba volando de nuevo.
Miró a su alrededor. Era de día, y vio una inmensa isla, con un enorme barco estacionado en la arena.
Este debía ser Neverland, la tierra de tantas aventuras.
Se limpió las lágrimas que se le habían salido sin notarlo. Su madre había descrito tan bien todo…
Entonces, lo recordó.
Mientras espiaba, había escuchado a Peter decir que debía salvar a Neverland.
Pero… ¿de qué? 

jueves, 4 de agosto de 2016

Las Crónicas de El Fin de Disney #15: El Sombrerero Loco- El Origen de la Locura

15
El Sombrerero Loco: El origen de la locura.

 Antes de volverse loco, Tyberius Walls era un exitoso empresario, y un gran amante del té.
A los diecinueve años, después de que su padre decidiera que ya había trabajado suficiente como para descansar el resto de su vida, el joven Tyberius heredó “Sombreros Walls”, una famosa marca de sombreros en Londres, la prestigiada capital de Inglaterra.
Así que, todos los días, se ponía una bola de gel en su perfectamente peinado cabello pelirrojo, y un sombrero negro y elegante, y se iba a trabajar, firmar cuentas, dar órdenes y llamar proveedores.
La noche que dio origen a su locura había ocurrido cuando él tenía nueve años, pero el episodio quedó olvidado hasta una fría noche de invierno, cuando Tyberius dormía en su cama con plumas de ganso.
Ese día, había sido increíble para Tyberius, pues Margot, su eterna amada, había respondido positivamente a su pedida de matrimonio.
Es por eso que dormía con una sonrisa en el rostro, hasta que su traicionero subconsciente le hizo recordar una noche que cambiaría la vida de Tyberius para siempre.
***
En el recuerdo, Tyberius tenía nueve años, como ya he mencionado anteriormente.
Era una tarde de verano, pero no era calurosa, pues en Londres no suele hacer mucho calor.
Llovía con mucha fuerza, como no había llovido en un buen tiempo, y el pobre Tyberius temblaba de miedo al escuchar los relámpagos.
Su madre, Anabelle, se acercó a arrullarlo.
-         Mamá… ¿me cuentas un cuento?
Anabelle sonrió asintiendo, y recordó un viejo cuento que le contaba su vecina (un poco chiflada) sobre El País de las Maravillas, lugar al que aseguraba haber ido.
Le habló sobre los naipes y La Reina de Corazones, el té y la magia… y a Tyberius le pareció un lugar a donde querría estar por siempre.
***
Cuando despertó, fue con una sonrisa al recordar su infancia.
Pero, ese episodio quedó en el olvido y siguió haciendo sombrereros.
***
Unos meses después, el hermano de Margot, John, le pidió un sombrero, así que Tyberius fue a tomarle las medidas.
Pero John no trabajaba en un lugar ordinario. Oh no, John trabajaba en un manicomio, y no podía salir mucho, así que Tyberius tuvo que ir a tomarle las medidas ahí.
Entró, acompañado de dos guardias, y con un poco de miedo.
Vio a los pacientes mirarlo curioso, la mayoría sueltos, y se sintió desprotegido y desnudo.
Llegó a la oficina de John, y le tomó las medidas.
Cuando estaba por terminar, John recibió una llamada.
-         Oh. Uno de los pacientes se ha salido del edificio. ¿Te importaría regresar solo a la entrada?
El corazón de Tyberius se aceleró.
Por supuesto que le importaba regresar solo, no quería estar rodeado de locos.
Pero, como todo buen caballero, sonrió y negó con la cabeza.
-         En absoluto.
Salió de la oficina y caminó con cuidado, hasta que una chica se acercó a él.
Tenía el cabello rubio, casi blanco, bastante descuidado y sus grandes ojos verdes le observaban fascinados.
-         Casi juraría que provienes del País de las Maravillas.
Tyberius se quedó congelado.
¿El País de las Maravillas?
¿Qué sabía ella de un reino que su madre se había inventado?
-         ¿El País de las Maravillas?
-         Oh, claro, viví ahí una temporada. Aunque ellos me encerraron aquí porque creyeron que eso era una locura.
Tyberius la miró sin poder creerse lo que le decía.
-         ¿Eres hijo de Anabelle?
Cada uno de los nervios de su cuerpo se activó, y una mueca de horror se dibujó en su rostro al oír eso. ¿Cómo es que esa mujer sabía todo aquello?
-         Supongo por tu expresión que sí. Ella era mi amiga ahí, hasta que las dos decidimos ir a explorar otros reinos. A ella le fue muy bien, pues aprendió que era mejor no abrir la boca, pero nunca me vino a buscar. Te reconocí por el cabello pelirrojo y los grandes ojos verdes… ¿Cómo está?
-         Muerta- susurró él, y salió del manicomio, con el corazón latiendo muy fuerte.
***  
Anabella no estaba muerta.
Pero Tyberius no quería conversar con aquella rara mujer.
Aunque, a decir verdad, no había dejado de pensar en eso todo el día, y un pequeño instinto en su corazón le decía que fuera a buscar de nuevo a esa loca.
Abrió la puerta de la casa que compartía con sus apdres, y entró, hecho un manojo de nervios.
Anabella lo miró con una sonrisa, pero este no la correspondió.
-         ¿Ocurre algo, amor?
-         Sí. Hoy conocí a una amiga tuya.
Su madre lo miró, expectante.
-         Está en el manicomio. Rubia, loca y muy molesta.
La mujer palideció.
-         Rein- susurró.
Así que era cierto. Se conocían, pero eso no quería decir que…
-         ¿El país de las maravillas existe?
Anabella suspiró y tomó aire.
-         Es hora de que te cuente una historia por última vez.
Y le contó todo.
Como ambas eran grandes amigas en la infancia, pero que cuando crecieron quisieron conocer otros reinos. Que una oruga que hablaba les dijo que nunca mencionaran El País de las Maravillas a nadie, y que les dijo cómo llegar a otros mundos.
Ella quedó maravillada con Londres, y se prometió nunca ir a El País de las Maravillas.
Le contó como Rein hizo caso omiso de las advertencias de la oruga, y fue encerrada.
Y también le dijo que iba a visitar a su amiga muy a menudo, y que está constantemente le pedía que lo acompañara.
-         ¿Papá sabe de esto? - preguntó Tyberius, furioso. Vivió toda su vida engañado…
Su madre asintió, y se encogió, como si quisiera desaparecer de la faz de la tierra.
-         ¿Por qué no me lo dijiste?
-         Quería enterrar mi vida anterior, yo…
-         Tú me engañaste. Y no sé si pueda perdonarte.
Salió lentamente, no sin antes oír la advertencia de su madre.
-         Hagas lo que hagas, no intentes ir a El País de las Maravillas.
***
¿Que no intentara ir a El País de las Maravillas?
Por supuesto que lo iba a intentar.
No se quedaría ahí, eso estaba claro, pero quería ver de dónde provenía su madre, quería recorrer el lugar de sus sueños.
Entro lentamente al manicomio. Lo dejaron pasar, creyendo que venía por John.
Tardó un rato en encontrarla, pero vio a Rein sentada en una fuente oliendo flores.
-         Hola, tú- rio ella- ¿Ya le contaste a tu madre sobre mí?
El asintió, intentando borrar el dolor que esa conversación le había provocado.
-         ¿Y para qué me has venido a buscar?
-         Quiero ir.
-         ¿A dónde quieres ir? ¿Con tu madre? Puedes salir por tu puerta, e ir a tu casa, aunque en eso no puedo ayudarte, pues realmente no sé en dónde queda y…
La mirada que le lanzó la dejó callada.
-         Al País de las Maravillas.
Una extraña y curiosa sonrisa se dibujó en el pálido rostro de la loca.
-         Lo sabía. Yo puedo ayudarte en eso.
-         ¿Cómo llego ahí?
Rein soltó una estruendosa carcajada.
-         No te voy a llevar gratis, niño. Quiero ir contigo.
Tyberius palideció, eso parecía muy difícil… Pero lo iba a lograr.
-         Está bien. Vendré a decirte cuando tenga un plan.
Ella sonrió.
-         Soy Rein. Pero tú no me has dicho tu nombre.
-         Tyberius- susurró él.
-         Qué curioso. Ese es el nombre de tu abuelo.
Él salió rápidamente de ahí, ideando un plan.
***
Entró de nuevo al manicomio, con elegante ropa de mujer, que había tomado del ropero de su madre, escondida en su portafolios.
Se la entregó a Rein, quien se la cambió hábilmente.
Salieron, tomados del brazo, intentado que nadie notara que Rein se estaba escapando.
Pero un guardia lo notó.
-         ¿Quién es ella? No entraron juntos.
-         Mi madre- mintió Tyberius con una sonrisa.
-         Tendrá que quedarse para que la revisemos y…
No había otros guardias alrededor, así que el hombre le dio una patada en la entrepierna al guardia, que cayó de dolor y luego lo golpeó con un jarrón que había cerca, dejándolo inconsciente.
Rein y Tyberius intentaron salir aparentando calma lo mejor que podían, pero ambos sabían que no eran muy convincentes.
Por fortuna, no hubo más guardias, y ambos salieron, mientras Rein sonreía y agradecía la libertad que se le había concedido.
***
-         Tengo que hacer una última cosa antes de irnos- susurró Tyberius.
Estaban en un gran jardín, en la fiesta de despedida de Margot.
-         Quédate aquí- le susurró a Rein, que se quedó hablando con los arbustos.
Se acercó a Margot lentamente.
-         ¡Margot!
-         ¿Qué haces aquí? ¡No deberías estar aquí! - susurró ella- ¿Ocurre algo?
El asintió, con una sonrisa.
-         ¿Recuerdas El País de las Maravillas? ¿Del que me hablaba mi madre?
Ella contestó positivamente, con la confusión claramente marcada en el rostro.
-         Es real, Margot, es real. ¡Existe!
Margot lo miró como a un niño pequeño.
-         ¡Y quiero que me acompañes a visitarlo!
-         Yo… creo que estás un poco indispuesto, mejor ve a descansar a casa y…- su mirada se posó en los arbustos donde estaba Rein- ¿Quién es ella?
Tyberius palideció.
-         Espera… la he visto… en el manicomio… Tyberius… ¿qué está pasando?
-         Te lo diré luego.
Y se fue, con Rein, corriendo tan rápido como podían.
***
Estaban en un gran campo, mirando a una madriguera.
-         ¿Es aquí?
-         Sí- susurró Rein- O al menos eso dijo Absolem.
-         ¿Absolem?
-         Una oruga, no la conoces.
Tyberius sonrió.
-         ¿Vamos?- preguntó ella tomándole la mano.
-         Vamos- asintió él.
***
Era increíble, tal y como se lo imagino.
Rein volvió a su hogar, y, para sorpresa de Tyberius, resultó ser una princesa. La Princesa Blanca. Y su nombre no era Rein, ese solo era un sobrenombre que Anabella solía decirle.
Su nombre era Mirana.
Pero, Tyberius no quería regresar.
¿Para qué regresar a un mundo lleno de preocupaciones?
Pasaba el tiempo, y solamente extendía su regreso, y eventualmente terminó olvidando.
Olvidó a Anabella, a su padre, a John, y a Margot.
Olvidó su nombre, y simplemente se llamó Sombrerero.
Y se puso a tomar té con un ratón y una liebre.
Al final, puede que haya olvidado todo, pero al menos no olvidó los sombreros y lo mucho que le gustaba hacerlo.
También olvidó los modales y la cordura, y fue así cómo se ganó su nuevo nombre.

El Sombrerero Loco.